Han pasado veinte años. Nada más y nada menos que veinte años, desde que un tal Emilio Serna y otro tal Francisco José Ureña "Ureñita" coincidieron vestidos de corto en la plaza de toros de Murcia con motivo de la reinauguración de la Escuela Taurina.
Con motivo del Día de la Región actuaron en La Condomina ellos dos junto a Juan Orenes "Maera", Víctor Molina, y un jovencísimo Antonio José López "El Rubio de Caravaca".
El brindis con que ayer dos murcianos, uno de Las Torres de Cotillas y residiendo en Lima capital con su nueva familia, y otro de Lorca, encumbrado en lo alto entre las máximas figuras del toreo, se fundieron en un abrazo.
Hacen falta pocas palabras y más hechos. Hechos con la sensibilidad del que tuvo el lorquino Ureña de hacer salir al ruedo Bicentenario de la plaza de Acho a un paisano, compatriota, al que le está costando abrirse camino en su tierra mientras sí goza del calor de la afición peruana que le ha adoptado, que le ha dado calor y junto a quienes ha atornillado sus raíces allende los mares al otro lado del Charco.
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