sábado, 26 de agosto de 2017

El "Rey del Temple" ya es eterno. Adiós Dámaso, adiós

Mal arranca este sábado 26 de agosto. Llega la noticia de la muerte de un gigante histórico del Toreo de todos los tiempos: el gran Dámaso González.

Se hizo en esa cara oculta y amarga de las capeas, donde tantos otros perecieron. El salió a flote y todo el oficio que había adquirido lo pudo sacar a escena ante el gran público en innumerables tardes de gloria.

En Murcia se le ha venerado. Incluso en Alcantarilla se le creó una peña que le acompañó hasta cuando ya estaba retirado.

Los aficionados más veteranos recuerdan sobre todo una lloviendo a mares, la Feria de 1975 con un toro de Pablo Romero -lo que ahora es Partido de Resina- al que le cortó el rabo. Tan histórica fue esa faena que le dediqué un capítulo entero en el libro "Toros en La Condomina (1887-2012)".

Cieza fue otra de sus plazas talismán. Allí es querido como hijo propio. Pero, ¿acaso hay alguien que no quisiera al maestro?

Parece que lo estoy viendo con el cuello de la camisa desabrochado, el corbatín echado hacia un lado y la bragueta, ¡ay la bragueta! La bragueta bien puesta para dejársela acariciar por los pitones sin inmutarse.

Su concepto de ponerse muy cerquita del toro, muy en corto, para tirar s él con un temple infinito marcó gran parte de la evolución de la Tauromaquia.

Muchas de sus claves no es que estén hoy vigentes en la forma de torear que vemos a diario, sino que están plenamente vigentes.

A los 68 años de edad de los ha marchado al Cielo de los Grandes Toreros siendo todavía muy joven, víctima de una enfermedad que tristemente está tan de moda.

¡Maldito fumeque!

P.d.- Ahora entiendo el brindis que hizo el miércoles en Bilbao nuestro lorquino Paco Ureña. Lo que hoy vale dinero, mañana es gratis.

El sueño de Ortega Cano

Soñador donde los haya es el maestro -con mayúsculas- José Ortega Cano.

Su trayectoria en los ruedos como máxima figura ha sido dilatada y grandiosa.

Pero algún día tenía que llegar su punto y seguido, no me atrevo a escribir eso de punto final hablando de un hombre que no sabe vivir sin torear. 

Por mucho que diga que se va a cortar la coleta, ante sus seres más queridos en la plaza que le vio crecer de "su" San Sebastián de los Reyes del alma.

Cuando se estaban confeccionado los carteles de "Sanse", Ortega le propuso a Matilla que quería torear. Pero no le cuadró el ofrecimiento al empresario.

Ante la sorpresiva retirada de Morante de la Puebla finalmente será José quien remate un cartel que ha regalado muchos minutos estos últimos días para la telebasura del corazón.

José, el gran José Ortega Cano, se va a vestir de torero por última vez está tarde y a poco que se le "resbale" uno de Cuvillo aquello puede ser un maniconio.

Disfrútelo, maestro. Y que Dios le bendiga.