Hoy en la casa de Paco Sorando ha vuelto a coger la muleta David Lorente, quién en su día llegó a ser novillero con picadores y en la actualidad es banderillero de toros.
El caso de David, como el de tantos muchos, demuestra que cuando se aprende a torear es cuando uno ya ha madurado como persona.
Cuando uno ha crecido y ha vivido, y ha sentido y ha sufrido.
Justo en este momento es cuando afloran los mejores momentos de la vida de un torero. Cuando el toreo brota con naturalidad y hondura. Justo cuando la personalidad se ha cuajado y se ha hecho más profunda.
David ha tenido una suerte doble además. La de tropezarse con una vaca que le ha dejado expresar lo que lleva dentro, y la de que estuviera allí con su atenta cámara de fotos nuestro común amigo Luis Miguel Parrado.
He aquí el testimonio de un momento del toreo eterno que lleva en su interior Lorente y que hoy lo ha dejado aflorar en una mañana agradable de tentadero. La inspiración es así de caprichosa.
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