Dos sí lo han sido, de una manera absolutamente incuestionable. Se llaman José Ortega Cano y Paco Ureña.
El primero tuvo el toreo en la palma de la mano en el año 1991, justo al año siguiente de que salieran huyendo de la cuadrilla hasta el mozo de espadas.
Algo parecido, pero justo en orden inverso le ha sucedido a Paco Ureña. El lorquino abrió la Puerta Grande de Madrid y cortó cuatro orejones en Bilbao, y justo cuando podía haber rentabilizado al máximo toda la fuerza adquirida por méritos propios, y con un ojo menos, llegó la pandemia. Y con ella, la reducción de festejos, y la estampida de media cuadrilla, incluido curiosamente el mozo de espadas.
Curiosamente, a estos dos toreros también les une que la fortuna les sonrió cuando ya llevaban bastantes años como matadores de toros, hasta que lograron alcanzar el estatus de figura máxima.
Esta semana Paco Ureña se va a encerrar en solitario en Las Ventas de Madrid como único espada. Machada que también realizó José allá por el lejano 1998. El lorquino lo va a hacer el próximo sábado 21 de mayo. Él y Ortega Cano han sido los únicos espadas murcianos que han tenido la disposición y la fuerza necesaria para encerrarse de esta guisa en la primera plaza del mundo.
José no tuvo suerte aquél día. Paco la merece, después de tanto esfuerzo, de tanto sacrificio, de tanta pureza y verdad. Ojalá se cumpla lo que todos deseamos, que se sienta realizado en el ruedo. Si ocurre eso, la consecuencia será una foto para enmarcar: la de su II Puerta Grande de Las Ventas.
Mientras, José tiene cuatro puertas grandes de Madrid, ganadas en 1986 (dos veces), 1987 y 1991. Que se dice pronto.
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