El picador Ramón Soriano y Manolo Guillén, en una imagen de Paco Sastre. |
Cuando además de buen torero se es buena persona, ese es el ejemplo del picador Ramón Soriano.
Ramonico nació en el seno de una familia muy taurina, como la de los Soriano, en La Albatalia.
Sus padres eran muy aficionados, por desgracia ya falta su papá. Y fruto de esa afición surgió una de las mayores sagas de toreros de nuestras tierra. Los hermanos de Ramón, Antonio y Juan, son banderilleros; pero antes llegaron a ser matadores de toros y novillero con picadores, respectivamente.
Ramón se hizo picador a la vera de sus hermanos, y cogió el testigo de otros picadores murcianos que antes que él ya se habían subido a lomos de un caballo para ahormar a los toros de lidia.
Ahora acaba de cumplir la edad reglamentaria de 55 años que le permite pasar a la merecida jubilación. Además viene de superar recientemente una invasiva operación de cadera en la que le han instalado una prótesis. Esas son las consecuencias de los batacazos que les dan los toros a los picadores.
Se va con la insatisfacción de no haber dejado a ningún otro continuador de su profesión en nuestra Región de Murcia. Por desgracia no lo hay.
Este sábado 11 de junio va a hacer su último paseíllo vestido de torero. Lo hará en Mula a las órdenes del novillero Cristóbal Ramos "Parrita".
Será un momento sin duda emotivo, después de una trayectoria iniciada allá por el año 1993 en la que ha alcanzado la cifra de 570 festejos toreados. Los consiguió al lado de matadores y novilleros que arrojan una larga lista en las que destacan los nombres de Rafaelillo, Emilio Serna, Juan Orenes "Maera", Miguel Ángel Moreno, Curro Sánchez, Enrique Portillo, Víctor Molina, Niño del Barrio, El Charra, Fran Ferrer, entre otros. Y por supuesto, sus dos hermanos.
Desde aquí quiero felicitar públicamente a Ramón Soriano, por el respeto y la admiración que siento por él. Por el mérito que tiene haber sido el último bastión murciano como picador de toros. Por las dificultades que habrá tenido que superar para aprender el oficio en la Huerta del Segura, alejado de las fincas ganaderas donde otros tienen la gran oportunidad de picar en tentaderos prácticamente a diario.
Ojalá Dios le dé una larga vida para seguir alimentando los grandes recuerdos y amigos que ha hecho en el Mundo del Toro. Y yo que lo vea.
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