Esta foto que ahora ha vuelto a caer en mis manos refleja a pies juntillas el fondo de la tauromaquia de Antonio Mondéjar.
El murciano fue siempre un torero poderoso, de los de plantar cara a las dificultades que siempre encontró o, mejor dicho, siempre le pusieron en el camino.
El bravo Mondéjar nunca volvió la cara. Que Miuras, pues Miuras. Que Saltillos, pues Saltillos.
Le daba igual en Murcia, donde varias ferias trajeron exprofeso os toros de Zahariche y año tras año salía triunfante después del trago.
Un trago para el que se mentalizaba durante todo el año. Todo el año preparándose para la corrida de Miura de la feria de Murcia.
Aunque cuando se acabaron las de Miura le pusieron con una de Bohórquez en la corrida de los banderilleros -junto a Mendes y al Soro-, y firmó la mejor y más completa de sus actuaciones en el coso de La Condomina. ¡Cómo estuvo ese tío! ¡Qué manera de lucir las embestidas y de reunirse con los toros!
Y todos los años a Madrid y a Barcelona. En esas plazas de primera donde echan (por lástima en La Monumental catalana llevamos ya una década sin que salga) el toro de cuajo y volumen.
En el marco de Las Ventas de Madrid está captada esta foto de Antonio Mondéjar ante un torazo de Saltillo. Corresponde a su actuación del 31 de julio de 1994.
Mondéjar es un muñeco al lado del gigantesco toro. Lleva la embestida prendida y muy bien toreada, con la muletita plana, limpia, con la que barre la arena.
Esas eran siempre sus verdaderas intenciones toreras y así, doy fe, que era como entrenaba en interminables sesiones de toreo de salón. Igual que lo hacía sin toro era capaz de hacerlo en la primera plaza del mundo ante un terrorífico y descomunal toraco de Saltillo.
Algún día se hará justicia con él y se le reconocerán los méritos. Pero mi reconocimiento lo tiene desde hace muchos años, y esta foto me ha motivado a dejarlo patente hoy de nuevo.
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