Una de ellas, no precisamente la más conocida, la "cobró" en la mejilla derecha durante una actuación en La Condomina. Fue la tarde del 8 de septiembre de 1941 por un toro de Concha y Sierra y de la que fue asistido por el fundador de la dinastía de doctores Sánchez Parra. Curiosamente el parte facultativo original lo donó la familia al Club Taurino de Murcia -cuando todavía no era "Real"- en un acto en que fue su nieto, mi querido Ramón Sánchez Parra quién hizo oficial la entrega.
Se confunde esa cicatriz con la que le dejó un toro de Saltillo en San Sebastian el 16 de agosto de 1942. Casi en la comisura del labio, pero en el otro lado de la cara, el izquierdo.
Hoy es el aniversario de su cornada mortal en la plaza de Linares, donde "Islero", un toro de Miura que en principio estaba reseñado para lidiarse en la Feria de Murcia de 1947, entró de lleno en la leyenda trágica del Toreo.
Vaya desde aquí mi oración en memoria de un torero que "algo tendría" para que 73 años después de su muerte aún siga tan vivo y tan presente en la memoria colectiva de los aficionados.
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