Su regreso a ruedos españoles tuvo lugar el pasado domingo, en un pequeño pueblo manchego llamado Villamalea con el respaldo de la gran repercusión que tienen los festejos cuando son retransmitidos por Castilla La Mancha Media.
Le correspondió un magnífico lote de una buena corrida de El Vellosino. Y después de varios años buscándose la vida por tierras peruanas, trabajando donde tal vez no le corresponde, reorientando su vida, ahora ha vuelto a la palestra, ofreciendo el magnífico concepto del toreo que lleva dentro.
Si no le falla la espada en el segundo de su lote habría redondeado una tarde de cuatro orejas. Paseó sólo dos. Las del primero de la tarde, las del de su regreso, que brindó a su pequeña hija que es un bombón.
Se gustó, disfrutó, se dejó acariciar por las embestidas y firmó pasajes de muy alto nivel. Se notó que tiene el oficio bien desarrollado y que sigue puliéndose. Como es lógico también hubo algún altibajo, normal y más que perdonable en un torero que torea tan poco.
Ojalá el proyecto de ambos pueda llegar a buen puerto. De momento está en el camino. En el buen camino. Tiene argumentos de sobra.
Lo atestigua este soberbio fotón, obra de Frexo, en el que Tendero rompe por abajo la embestida en una trincherilla de cartel de toros, captada el domingo en Villamalea.
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