Se iban por el sumidero todas las ilusiones que se había creado en torno a la expectativa de poder torear la que iba a ser su última corrida en Cehegín.
Él, que había mostrado una férrea capacidad de sacrificio y constancia en el entrenamiento a pesar de llevar muchos años sin que le dieran ni una sola oportunidad, se vino abajo en su fuero interno y colgó los trastos.
Había perdido cualquier motivación para volver a tener contacto con las telas, ni el más mínimo ánimo para volver siquiera a intentar sentir la embestida de ese toro imaginario frente al que tantas veces hizo la faena soñada.
Esta mañana, de repente, tal vez sin justificación lógica, se le ha despertado el instinto y ha vuelto a sentir la llamada y la irrefrenable necesidad de volver a coger los trastos.
Ese arranque de arrebato le ha hecho volver al sitio donde tantas horas de su vida le dedicó al toreo. Y allí, en ese marco donde los pulmones se llenan con el aire puro de la naturaleza, ha vuelto a respirar el toreo.
Los que sabemos lo que es eso, le entendemos perfectamente. Y quizás se haya saciado hasta dentro de otros once meses, o quién sabe si la "picadura" le habrá vuelto a envenenar.
Enhorabuena torero por ser tan valiente, por no ocultar esos sentimientos tan puros que han vuelto a nacer en tu interior. Eres muy grande y mereces la mejor de las suertes.
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