Ellos y los pupilos de Sancho Dávila, que se ha llevado de vuelta para el campo un novillo muy completo en el capote y la muleta, de gran clase e inmensa duración.
Javier Conde, que no tuvo opción con el primero de la tarde, el más grande y cabezón de los lidiados, se habría marchado con todo dentro si no se llega a lidiar el sobrero cerrando el festejo.
Curro Díaz se mostró pleno de inspiración. Primero, mantuvo en pie al inválido, y después, con cuidado de no derribarlo en un tirón, sacó los duendes de la inspiración y dibujó el toreo, en una faena necesariamente imperfecta, pero de mucha convicción y calado.
El aspirante Víctor Acebo hizo un faenón de categoría máxima ante un novillo bravo, codicioso, de gran nobleza, dulzura y recorrido. Lo toreó a placer sobre ambas manos, con capote y muleta. Aunque me surge la suda de por qué a la faena tal vez le faltó llegar más a la gente. El novillero estaba toreando a la perfección a un novillo de bandera. Pudieron pasar dos cosas: que sus paisanos le hayan visto tantas veces -en los viajes que organizan para seguirle- o que le haya faltado pasión a la faena. Romperse más. Pero, vamos, que ha dado series rotundas como si estuviera de salón, con las zapatillas bien asentadas y sin dejarse tropezar los engaños. Y eso que estamos hablando todavía de un novillero sin picadores, aunque en su pueblo le llamen maestro.
Finalizado el orden de lidia previsto, se anunció por megafonía que se iba a lidiar el sobrero de manera conjunta por la terna de artistas. El novillo se dejó y Javier Conde, bajo la luna de Torre Pacheco, desplegó su toreo más desgarrador. Embrujo, magia y hechizo. Invitados también Curro Díaz y el novillero, que apuntaron con tapitas gourmet y dejaron el plato fuerte al malagueño Conde, que estaba arrancado y ferviente por explayarse.
Finalizado el orden de lidia previsto, se anunció por megafonía que se iba a lidiar el sobrero de manera conjunta por la terna de artistas. El novillo se dejó y Javier Conde, bajo la luna de Torre Pacheco, desplegó su toreo más desgarrador. Embrujo, magia y hechizo. Invitados también Curro Díaz y el novillero, que apuntaron con tapitas gourmet y dejaron el plato fuerte al malagueño Conde, que estaba arrancado y ferviente por explayarse.
¿La crónica les parece larga? Pues el festejo aún lo ha sido más largo todavía. Pero ya saben, el tamaño nunca importa.
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