28 años, 28 temporadas, 28 "sanisidros", 28 "beneficencias" y unas cuantas Corridas de la Cultura, como la de esta tarde.
Hoy ha vuelto a salir un torero de la tierra por la Puerta Grande de Las Ventas.
Su constancia, su lucha, su verdad lo merecían sobradamente.
Toda una vida dedicada, tanto sacrificio y, sobre todo, tantas tardes acariciando esa segunda oreja ante esa afición que tiene absolutamente rendida a sus pies.
Hoy Paco Ureña ha podido cortar tres o cuatro orejas, ha tenido un gran lote, le ha costado una seria voltereta, ser atendido en la enfermería y hacer el esfuerzo, bajo su responsabilidad, de salir a estoquear el sexto con una costilla rota.
Ha saboreado el triunfo, justo después del grave percance que el año pasado le costó la perdida de un ojo en la feria de Albacete.
Hoy todos nos sentimos un poco más orgullosos de ser aficionados a los Toros. Al tiempo que se nos viene a la cabeza que hoy se ha levantado un puente entre dos épocas. La que separa esos 28 años, esos 10.236 días, desde que otro matador de toros paisano cruzaba ese mismo umbral de Las Ventas.
Ortega Cano salía a hombros con tres orejas en aquel celebérrimo mano a mano con César Rincón frente a toros de Samuel Flores.
Al otro lado del puente, hoy Paco Ureña frente a un extraordinario lote de Victoriano del Río, tan bueno como los otros dos lotes de las tardes precedentes en este mismo San Isidro que mañana toca a su fin después de 34 tardes.
Entre uno y otro extremo, las salidas a hombros nocturnas de José Mora en su etapa como alumno de la Escuela de Madrid, y Conchi Ríos que fue la primera mujer en desorejar por partida doble un astado en Las Ventas.
Hoy se dan la mano dos tauromaquias paisanas, la del cartagenero Ortega Cano y la del lorquino Paco Ureña. Mi enhorabuena, mi recuerdo y mis respetos.
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