Lleva años, que diga décadas, acudiendo a ver los entrenamientos de los aspirantes.
No se pierde ninguna novillada ni ningún festejo por menor que este sea. Tampoco ninguno mayor. Siempre está ahí, no falta a la cita.
Pero además tiene gestos como el del flamante y torerísimo calendario que ha pagado de su bolsillo y con el que nos ha felicitado las Fiestas y el Año Nuevo a los que más nos quiere.
Suerte de encontrarme entre ellos.
Destacada la categoría de aficionado que es el bueno de Franco, porque fíjense la anécdota que tiene la foto escogida.
De entre todas las que tenía de la extraordinaria actuación de Paco Ureña en la pasada feria de Murcia, tenía tantas y tan buenas que no sabía cuál elegir.
Intentó contactar con el lorquino para contar con su opinión y asesoramiento, pero entre vacaciones, tentaderos, entrenamientos y compromisos de Ureña a Franco se le echaba el tiempo encima y acabó decidiendo él mismo.
La prueba del acierto es total. No hay más que ver el excelente y brillante resultado. Un fotón de antología del toreo al natural, con el toro de Cuvillo enroscado a la cintura.
Enhorabuena al torero, al fotógrafo -por la iniciativa y por el acierto- y hasta al ganadero que también puso su granito de arena en la consecución de este monumental muletazo.
Gracias, Franquico, buen trabajo.
P.d.- A los que se ven detrás, al fondo, sentados en el callejón habría que pedirles un mínimo de respeto y al menos que prestarán atención a lo que sucede en el ruedo. Allí hay un hombre que se está jugando la vida.
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