jueves, 7 de febrero de 2019

Rozar la perfección desde el banquillo

A éstas alturas ya todo el mundo sabe -lo adelantó El Muletazo- que Antonio Puerta ha estado de tentaderos en casa de Julián López "El Juli" hace unos días.

Puerta está castigado, en el banquillo donde se deberían sentar sólo los que se han portado mal.

Pero estar sentado ahí no implica necesariamente estar parado. Se puede estar en él y al mismo tiempo estar en plena actividad, en plena vorágine de creatividad espiritual.

Mientras otros, por mucho que estuvieran en todas las ferias de España, no dejarán por ello de estar más muertos que vivos.

Dice el refrán que el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Y como un bollo, tan tierno como un esponjado y blandito bollo de crema, se ha zampado Antonio Puerta un toro y una vaca en la ganadería de El Freixo.

Puerta está parado, pero no está quieto, por mucho que con la muleta en la mano se quede más quieto que un poste.

¿A ver qué pasa? ¿A ver qué ocurre? A ver si vuelve a la plaza en la que nunca dio motivos para estar ausente. Por mucho que en esa plaza, por desgracia, de nada valgan los triunfos, salvo en la satisfacción íntima y personal pueda reportarle al torero (como creador) y al aficionado (como espectador).

A ver si se entreabre la posibilidad de ir a confirmar a Madrid, donde se dejó media pierna y medio hombro. En abril hará cuatro años y todavía no ha vuelto para confirmar.

Se lo debe al toreo, se lo debe a la afición, nos lo debe él mismo a todos los que todavía seguimos sintiendo que está más vivo que nunca, cuando nos llegan éstas fotos en exclusiva desde la finca de El Juli.

Rozar la perfección en ese marco y ante la atenta mirada de su padrino, el Terremoto de Velilla, no debe ser nada fácil. Sobre todo cuando se torea tan poco.

¿O acaso está toreando más de lo que parece y está preparando (en el más callado de los silencios) el asalto a la cima?

Tratándose de Puerta, qué quieren que les diga, todo es posible.

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