¿Donde hay que firmar para vivir noventa años con tanta intensidad y con tantas ganas de vivir como ha hecho el maestro Jaime Ostos?
Es una pena morirse. Por ahí tenemos que pasar todos. Pero hay quienes están muertos en vida.
Por eso, además de por su inmensa torería, Jaime Ostos es un ejemplo.
Como muestra les dejo la imagen del último toro que estoqueó en su vida. Fue el 16 de noviembre de 2002 en una plaza portátil instalada en Cartagena, cuando el maestro tenía ya 70 años de edad cumplidos.
Aceptó la invitación de José Ortega Cano. Ostos presenciaba el festejo vestido de paisano desde el callejón y José le invitó para dar una última estocada en la carrera de un memorable estoqueador. Así se matan los toros. Lo mismo que pretendía explicarle a Morante y a Emilio de Justo cuando le brindaron sendos toros en la pasada feria de Santander.
El otro testimonio obedece a una grabación familiar del reciente fin de año, en la que Ostos y su mujer, la Doctora Mari Ángeles Grajal, bailaron y se gustaron en una demostración de juventud y amor maduro.
Descanse en paz el Maestro Jaime Ostos. Genio y figura, ¡hasta la sepultura!
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